Carne richada gallega
Meses sin dedicar ni un minuto a
cocinar para el blog y no todos han sido por gusto, a veces la vida da algún que otro
giro que ni esperas ni decides y cambia tu forma de hacer y de ver las cosas…
No tengo intención de filosofar,
tampoco sabría cómo hacerlo, ni quiero aburrir a nadie con pasajes de mi vida
que nada tienen que ver con mis vicios cocineriles.
Compartir, era algo que formaba
parte de mi día a día y francamente, me resisto a renunciar y añadir contenido de
vez en cuando, puede que muy de vez en cuando, pero hoy he cocinado un plato de
una sencillez absoluta, una carne que a mi padre le encantaba y que Mami
bordaba.
Está claro que no tengo fotos del
proceso, no son realmente necesarias, bastará tan solo que os cuente como a las
13h, al llegar del mercado, me he puesto a ello y a las 14h estábamos sentados en la mesa disfrutando de lo lindo.
Ingredientes:
- 500g de babilla de ternera de una calidad excelente
- 2 dientes de ajo medianillos bien picados
- 1½ cebolleta morada muy picadita (o blanca)
- Sal + un buen chorro de AOVE
- 200ml de vino blanco rico
Paso 1
La carne cortada en trozos algo
más grandes que para un bocado, más que nada porque con la cocción merman un
poco y yo quiero un bocado generoso en boca.
Una cazuela hermosa, la mía una cocotte de hierro, con el chorro generoso de AOVE y al fuego fuerte para recibir la carne con alegría.
Paso 2
Cuando el aceite está bien
caliente incorporo los trozos de carne, con su sal correspondiente, a pocos, no
de golpe para que el aceite se mantenga bien caliente.
Ahora tan solo hay que estar
pendiente de que la carne esté bien dorada por todas partes, y cuando digo bien
dorada es bien dorada, es la única forma de conseguir ese moreno alucinante.
Paso 3
Llegado ese momento añado el ajo
bien picado, unas vueltas, cuando empieza a tostarse incorporo la cebolleta,
también puede ser cebolla blanca, unas vueltas para mezclar con la carne, bajo
un poco el fuego, tapo la cazuela y dejo hacer hasta que la cebolla está
tierna.
De vez en cuando miro y remuevo,
lo justo, no se vaya a quemar, algo que no pasará si el fuego está bien
calculado.
Paso 4
Cuando la cebolla está en su punto, la carne por supuesto ya lo está, añado el vino y lo dejaré cocer unos cuantos minutos para que se evapore todo el alcohol.
Paso 5
Mientras he estado friendo unas patatas
que pongo en el fondo de la fuente, por encima la carne y la salsa que caerá
sobre las patatas y, que queréis que os diga…
Carne + patatas + salsita = pa’mojarpan sí o sí.
Las patatas pueden ser cocidas, al gusto de cada uno, el resultado es igualmente delicioso.
Hacía años que no preparaba esta delicia pero volverá, sin duda, a formar parte de mis guisos favoritos.