Cuando era joven, más joven que ahora, mejor diré cuando era niña, mami nos hacía unos bocatas de chorizo o de jamón que sabían a gloria bendita a media mañana, y desde luego a media tarde ¡Ay! Qué tiempos aquellos…
También es cierto que aquel jamón, gallego para más señas, nada tenía que ver con un buen ibérico de bellota ¿que nos sabía a gloria? ¡Por supuesto! Sería absurdo no admitir que nada tenía que ver con el que hoy estoy disfrutando. Si el de mi infancia me sabía a gloria bendita de este debo decir ¡Bendita gloria!
Jamón, picos y algo de beber, no hace falta nada más. Yo al menos creo que así ya es perfecto, claro que a veces la imaginación juega y apetece probar algo nuevo donde tan solo unos trocitos de este rico alimento ayuden a otros a quedar de lujo.
Tan fácil como hacer unas “tortillitas” de maíz de lo más sencillo.
- Harina de maíz 100 g
- Harina de trigo 25g
- Pizca de sal
- Agua
Hice una masa con estos ingredientes y la dejé reposar un buen rato.
Después fui tomando pequeñas porciones, aplanándolas con las palmas de la mano para echarlas directamente a la sartén con aceite (suave) caliente. Bien fritas las voy dejando sobre papel de cocina y las reservo.
- Queso azul, en este caso roquefort
- Membrillo, este casero
Las cantidades equilibradas, al 50%, para que no sobresalga ninguno en especial, no deben competir con el jamón.- Membrillo, este casero
Mezclo y aplasto hasta hacer una pasta suave. Con dos cucharillas preparo una quenelle que voy poniendo encima de cada tortita, a su lado un trocito de jamón, unas escamas de sal sobre la crema y por último un hilillo de aceite sobre todo el conjunto, pero eso sí, un hilillo, no es una ensalada.
La fiesta se completa con unos huevos (de las gallinas de Aurora) estrellados, que no necesitan plato.
Fácil, rico, y hay que ver lo que cunden unas lasquitas de jamón cortadas a mano de Señorío de Montanera, y esto sí es una justa publicidad a un producto extraordinario.