Una sopa que se presta, y con gusto, a cualquier sabor que se añada a sus ingredientes de siempre.
Mami hacía una muy sencilla, casi diría que era la sopa del pobre de fin de mes de mi infancia (no hace tanto, no seáis mal pensados) y donde mi padre, y juro que no miento, aún mojaba más pan, eso sí, con su huevo correspondiente. Entonces no me daba cuenta de este detalle pero ahora al recordarlo me hace sonreír.
Esta de hoy es algo más sabrosa pero igual de rica. Lleva ingredientes básicos y un añadido que no es imprescindible pero le va bien, y así con tan solo unos aperitivos puestos en la mesa hacen de esta sopa un plato único. Y no es prepotencia, digo único, porque no necesita un segundo plato que rellene huecos en el estómago. Así lo disfrutamos en esta casa.
Los ingredientes.
- Pimiento rojo y verde
- Dientes de ajo al gusto, yo puse 4
- Aceite de oliva
- Pimentón dulce del bueno, una cuchara
- Caldo o agua, yo puse caldo
- Huevos, uno por ración (o dos, al gusto)
- Unos gambones (optativo)
Como tenía unos restos de pimientos fritos los utilicéé aprovechando también el aceite que contenían. También les quité su piel, algo que resulta bastante fácil al día siguiente, sobre todo en los rojos.
En una cazuela con el aceite de los pimientos y un chorro más de aceite de oliva limpio pongo el ajo muy picadito, cuando empieza a dorarse añado los pimientos troceados y rehogo un poco.
Añado el pan, candeal, que previamente he tostado, no me preocupo demasiado en trocearlo. Lo mezclo bien con el sofrito y cuando ya está bien empapado añado el pimentón y mezclo.
Enseguida añado el caldo, la sal y dejo que vaya cociendo a fuego lento, removiendo de vez en cuando para que no se pegue. Cuando está bien cocido, y con una varilla o con la espumadera y un tenedor, dejo el pan lo más deshecho posible para que todo sea como una crema donde el tropezón de pan duro no existe.
Mientras, preparo los huevos escalfados. Desde hace tiempo, años diría yo, que Karlos Arguiñano los preparó en su programa, me resulta sencillísimo, sobre todo porque no suelen romperse y no se te queda desperdigada en el agua de cocción la mitad de la clara.
Antes de atar el plástico les pongo un poco de sal y una pizca de aceite de oliva, después el nudo correspondiente y al agua que estará en plena ebullición. De esta forma se pueden cocer varios a la vez y tenerlos preparados para el momento justo de servir la sopa. Los gambones, tres por brocheta, simplemente al ajillo con una generosa cantidad de perejil.
En el momento de servirla, bien caliente, pongo un huevo por plato y una brocheta. Y ya está, lista para ser el plato del día.