En mi casa, cuando no era yo la que cocinaba y aun vivíamos en ella mis padres y mis hermanos, nunca se comió gazpacho, ni siquiera se si Mami sabía prepararlo, supongo que no, o que nunca quiso molestarse en hacerlo, es más, ni siquiera se dignó a probar el que yo preparaba, bajo ningún concepto iba a tomar ella aquella “papilla” de tomate y ¡Con pepino!
Papá, tan gallego él, me atrevo a decir que fue el gallego más gallego que he conocido en mi vida, tampoco entendía demasiado bien ese tipo de “espapallado” frío. Él, que era de plato de caldo casi a diario, daba igual que llevase repollo, fréjoles, berza,…
Precisamente, fueron esos caldos los que dieron origen a los morcillos recuperados, Mami tampoco tiraba nada de nada (así estoy yo de bien enseñada). Realmente es una forma espléndida de recuperar ese morcillo y exprimido hasta la saciedad para dar sabor a un buen caldo.
Pero a lo que iba, que me pierdo en los recuerdos y me envicio. Al gazpacho.
Es una lástima que este plato sea casi exclusivo de los calores del verano, aunque en Navidad siempre preparo unos chupitos de gazpacho de fresón que nadie rechaza, es más, algunos repiten.
A quien se le ocurrió añadir frutas al gazpacho hay que felicitarle por tan genial idea, no sé si de este modo se enriquecen o simplemente se juega a los sabores, y aunque no me gusta el juego este me apasiona.
He partido de un gazpacho casi tradicional, ya que este no lleva ni pan ni agua que he sustituido por manzanas Royal gala. Un resultado delicioso. No se si las culpables han sido las manzanas, pero ha quedado especialmente cremoso.
Los ingredientes:
- 1 kg de tomates pera
- 1 pepino pequeño
- ¼ de pimiento verde, de los gordos
- ¼ de pimiento rojo
- 2 manzanas royal gala
- Aceite de oliva, vinagre y sal
Como en un gazpacho de diario he triturado todos los ingredientes, que después pasé alegremente por un colador amplio, de esta forma no dejo ni rastro de lo que no interesa y le dejo pasar sus últimas horas en la nevera esperando orgulloso su presentación oficial.
Para su puesta de largo he preparado unos círculos de pan, que serán los receptores de la sencilla guarnición que he preparado como si fuera una vinagreta, con:
1/2 Pimiento rojo, 1/2 pimiento verde, 1 cebolleta, 1 tomate pelado y sin pepitas, 4 ciruelas claudias y una manzana del mismo paquete que las del gazpacho. Aliño con sal, vinagre, aceite de oliva y lo reservo. Añado las gambas cocidas y troceadas en el último momento.
Papá, tan gallego él, me atrevo a decir que fue el gallego más gallego que he conocido en mi vida, tampoco entendía demasiado bien ese tipo de “espapallado” frío. Él, que era de plato de caldo casi a diario, daba igual que llevase repollo, fréjoles, berza,…
Precisamente, fueron esos caldos los que dieron origen a los morcillos recuperados, Mami tampoco tiraba nada de nada (así estoy yo de bien enseñada). Realmente es una forma espléndida de recuperar ese morcillo y exprimido hasta la saciedad para dar sabor a un buen caldo.
Pero a lo que iba, que me pierdo en los recuerdos y me envicio. Al gazpacho.
Es una lástima que este plato sea casi exclusivo de los calores del verano, aunque en Navidad siempre preparo unos chupitos de gazpacho de fresón que nadie rechaza, es más, algunos repiten.
A quien se le ocurrió añadir frutas al gazpacho hay que felicitarle por tan genial idea, no sé si de este modo se enriquecen o simplemente se juega a los sabores, y aunque no me gusta el juego este me apasiona.
He partido de un gazpacho casi tradicional, ya que este no lleva ni pan ni agua que he sustituido por manzanas Royal gala. Un resultado delicioso. No se si las culpables han sido las manzanas, pero ha quedado especialmente cremoso.
Los ingredientes:
- 1 kg de tomates pera
- 1 pepino pequeño
- ¼ de pimiento verde, de los gordos
- ¼ de pimiento rojo
- 2 manzanas royal gala
- Aceite de oliva, vinagre y sal
Como en un gazpacho de diario he triturado todos los ingredientes, que después pasé alegremente por un colador amplio, de esta forma no dejo ni rastro de lo que no interesa y le dejo pasar sus últimas horas en la nevera esperando orgulloso su presentación oficial.
Para su puesta de largo he preparado unos círculos de pan, que serán los receptores de la sencilla guarnición que he preparado como si fuera una vinagreta, con:
1/2 Pimiento rojo, 1/2 pimiento verde, 1 cebolleta, 1 tomate pelado y sin pepitas, 4 ciruelas claudias y una manzana del mismo paquete que las del gazpacho. Aliño con sal, vinagre, aceite de oliva y lo reservo. Añado las gambas cocidas y troceadas en el último momento.
Los cestillos se los he visto preparar a mi amigo Raúl. El los prepara cortando láminas finísimas de pan precocido con una maquina corta fiambres, viéndolo parece algo sencillísimo…
¡Ja!
Yo compré dos barritas del mismo pan, y con mi supermaquinitacortafiambres (regalo de mi amiga Chariti) me puse manos a la obra. Pero… algo falló ¿La máquina o yo? Lo cierto es que sólo conseguí un montón de tiras de pan destrozadas y desmigadas, vamos, totalmente inservibles ¿Qué había pasado? No tengo ni idea, pero ya tenía todo preparado y no estaba dispuesta a dejarme ganar por dos barritas de pan que ya ni siquiera lo eran.
Entonces lo vi, ¡Pan de molde sin corteza! ¡Perfecto!... pensé… y me puse a intentarlo y… ¡Resultó!
Las rebanadas de pan cortadas a la mitad, rodillo en plan apisonadora sobre ellas a pleno rendimiento para dejarlas como si de asfalto blanco se tratara. Las enrollo con cuidado, pego los bordes que previamente he mojado con unas gotas de agua y al horno a 180º hasta que estén doraditas.
Por suerte han quedado estupendas.
Ha llegado el momento de coronar el gazpacho, para ello pongo la “corona” en el centro del plato y relleno con su guarnición, y como si de un reino se tratara la rodeo con un campo de color para disfrutar con cuchara. Por encima su correspondiente hilo de aceite.
¡Lástima! No sobró nada, o mejor dicho ¡Qué suerte! No quedaron sobras.