Aprovechar restos de pescado o sencillamente como complicarse las horas en la cocina.
Todo empezó la noche anterior, tenía previsto rebozar pescado para la cena pero no me apetecía ponerme a hacer frituras así que lo arreglé con un poquito de salsa verde, más rápido y limpio. Pero sobró más de la mitad y en esta casa el pescado frío y encima en salsa no se lo come nadie, ya estamos otra vez con las sobras…
No es la primera vez que resulta más rico un plato con sobras que el original y esta vez no iba a ser la excepción así que empecé a pensar como podía aprovechar aquellos restos bastante generosos, más de la mitad de lo preparado, lo que me demuestra una ves más que a los miembros de esta familia les gusta más el pescado rebozado y recién frito.
¿Croquetas? ¿Empanada? ¿Canelones? Tenía que ser algo más sencillo teniendo en cuenta que ya estaba cocido y no podía volver a cocinarlo así que para no variar empecé con un sofrito.
El sofrito:
- 1 cebolletas
- 2 escalonias
- ¼ de berenjena, los ¾ restantes que pensaba utilizar habían fallecido.
- 1 zanahoria y unas alcachofas ya cocidas
- 8 langostinos cocidos (optativo)
Poco que explicar sobre este principio, todo bien picadito y sobre un fondo de aceite de oliva deje que se hiciera a fuego lento. Añadí al final otro “restillo” que había en ese fondo de nevera del que tanto disfruto, una zanahoria y unas alcachofas que simplemente piqué y mezclé. Desmenucé un poco el pescado y lo añadí. Enriquecí un poco este relleno con dos langostinos picaditos, y reservé seis para el adorno.
Bien y ¿ahora qué? No se me ocurría nada…
¡Cestillos con de pan de molde! ¿Cómo llegué a este soporte? No tengo ni idea, pero llegué (supongo que en alguna parte de mi subconsciente estaría guardado) y me puse manos a la obra. Lo ideal habría sido tener un pan entero sin estar en rebanadas pero había que apañarse con el que estaba en casa. Utilicé 5 rebanadas para cada “cajita” y con cuatro hice una especie de marco que fui pintando con huevo para que se pegaran entre ellas sin dar problemas, estos cuatro marcos los pegué sobre una base y ya todas las piezas bien juntitas las pinte por toda la superficie con mantequilla derretida, espero que en este caso la foto ayude a entender lo sencillo que es algo que parece tan complicado. De todas formas menos mal que sólo hice tres.
Todo empezó la noche anterior, tenía previsto rebozar pescado para la cena pero no me apetecía ponerme a hacer frituras así que lo arreglé con un poquito de salsa verde, más rápido y limpio. Pero sobró más de la mitad y en esta casa el pescado frío y encima en salsa no se lo come nadie, ya estamos otra vez con las sobras…
No es la primera vez que resulta más rico un plato con sobras que el original y esta vez no iba a ser la excepción así que empecé a pensar como podía aprovechar aquellos restos bastante generosos, más de la mitad de lo preparado, lo que me demuestra una ves más que a los miembros de esta familia les gusta más el pescado rebozado y recién frito.
¿Croquetas? ¿Empanada? ¿Canelones? Tenía que ser algo más sencillo teniendo en cuenta que ya estaba cocido y no podía volver a cocinarlo así que para no variar empecé con un sofrito.
El sofrito:
- 1 cebolletas
- 2 escalonias
- ¼ de berenjena, los ¾ restantes que pensaba utilizar habían fallecido.
- 1 zanahoria y unas alcachofas ya cocidas
- 8 langostinos cocidos (optativo)
Poco que explicar sobre este principio, todo bien picadito y sobre un fondo de aceite de oliva deje que se hiciera a fuego lento. Añadí al final otro “restillo” que había en ese fondo de nevera del que tanto disfruto, una zanahoria y unas alcachofas que simplemente piqué y mezclé. Desmenucé un poco el pescado y lo añadí. Enriquecí un poco este relleno con dos langostinos picaditos, y reservé seis para el adorno.
Bien y ¿ahora qué? No se me ocurría nada…
¡Cestillos con de pan de molde! ¿Cómo llegué a este soporte? No tengo ni idea, pero llegué (supongo que en alguna parte de mi subconsciente estaría guardado) y me puse manos a la obra. Lo ideal habría sido tener un pan entero sin estar en rebanadas pero había que apañarse con el que estaba en casa. Utilicé 5 rebanadas para cada “cajita” y con cuatro hice una especie de marco que fui pintando con huevo para que se pegaran entre ellas sin dar problemas, estos cuatro marcos los pegué sobre una base y ya todas las piezas bien juntitas las pinte por toda la superficie con mantequilla derretida, espero que en este caso la foto ayude a entender lo sencillo que es algo que parece tan complicado. De todas formas menos mal que sólo hice tres.
Calenté el horno a unos 200º C y cocí los cestillos hasta que estuvieron bien doraditos dándoles la vuelta para que se tostaran por igual.
Rellené las cajitas, por encima un chorrito de bechamel, dos langostinos y una cucharita de tomate frito. También pensé poner una mayonesa aligerada con un chorrito de nata líquida pero las sobras son las sobras y en este caso la bechamel lo era.
Y ya está listo para pasar unos minutos en el horno y coger algo de calor y color.
Lo presenté sobre una base de tomate frito enriquecido con un chorrito de nata, no quería que supiera más a tomate que a pescado y creo que lo conseguí. Quedaron ricos y bonitos, espero que os gusten, y si no teneís sobras creo que no importa, quedará perfecto partiendo de un rico pescado.