A mediados de agosto me trajo Javi un hermoso y redondo calabacín, porque aunque no lo parezca, es un precioso “calabacín verde de Niza”, y se que lo es porque lo he buscado en mi Larousse Gastronómico, que pija soy, pensando que era un zapallito, y no, resultó que realmente era y es un calabacín, eso sí, con su nombre propio pero calabacín al fin y al cabo, total… sólo hay unas 849 especies más de plantas, esta hace la 850.
La cuestión es que quería hacer algo que no fuera una crema de calabacín, aunque tan solo fuera por su forma ya merecía la pena buscarle un final algo diferente, y que queréis que os diga, que siendo una auténtica enamorada de la sopa de cebolla gratinada, plato que me entusiasma, pensé en sustituir gran parte de la cebolla por la carne del calabacín y ahora sé que no se me pudo ocurrir nada mejor para esta hortaliza de la familia de las corcubitáceas, no me digáis que no tienen un nombre precioso.
Aunque esta sopa es muy sencilla de elaborar, pero también con diferentes formas de preparación, voy a ver si soy capaz de no perderme en la explicación.
Los ingredientes:
- El calabacín, en limpio unos 300gr +
- 2 cebolletas (150g aproximadamente)
- 50g de mantequilla
- ½ litro de caldo de verduras
- 20ml de salsa de soja
- Sal y pimienta
- Pan de baguette
- 100g de queso Comté
- Un chorrito de aceite
Por supuesto que se puede sustituir esta variedad de calabacín por la más común que encontramos en nuestros mercados, por lo menos en el mío, donde las variedades suelen ser, calabacín verde, calabacín verde y calabacín verde.
La cuestión es que quería hacer algo que no fuera una crema de calabacín, aunque tan solo fuera por su forma ya merecía la pena buscarle un final algo diferente, y que queréis que os diga, que siendo una auténtica enamorada de la sopa de cebolla gratinada, plato que me entusiasma, pensé en sustituir gran parte de la cebolla por la carne del calabacín y ahora sé que no se me pudo ocurrir nada mejor para esta hortaliza de la familia de las corcubitáceas, no me digáis que no tienen un nombre precioso.
Aunque esta sopa es muy sencilla de elaborar, pero también con diferentes formas de preparación, voy a ver si soy capaz de no perderme en la explicación.
Los ingredientes:
- El calabacín, en limpio unos 300gr +
- 2 cebolletas (150g aproximadamente)
- 50g de mantequilla
- ½ litro de caldo de verduras
- 20ml de salsa de soja
- Sal y pimienta
- Pan de baguette
- 100g de queso Comté
- Un chorrito de aceite
Por supuesto que se puede sustituir esta variedad de calabacín por la más común que encontramos en nuestros mercados, por lo menos en el mío, donde las variedades suelen ser, calabacín verde, calabacín verde y calabacín verde.
Lo primero que hice fue corta la “tapa” y vaciar el cuerpo de la “cazuela” con cuidado para no romper ni lo más mínimo. Retirar las pipas gordas, que al ser tan tierno y fresco tenía pocas. Javier lo había pescado esa misma mañana antes de venir a trabajar.
Las cebolletas cortadas en juliana, junto con la mantequilla, a pochar a fuego lentísimo.
Pasados unos 15’ añadí la carne del calabacín, salpimenté y dejé hacer otros 35’ más o menos sin abandonar el fuego lento, lento.
Cuando está prácticamente deshecho subo la temperatura y dejo que se caramelice un poco pero ¡CUIDADO! que no se queme. He dicho caramelizarse y no para volcar en una flanera.
Corto el pan en rodajas finas, 9 he necesitado, reparto la carne de calabacín con cebolla sobre cada una de ellas y por encima un poco de queso rallado y las voy poniendo dentro de la “calabazuela”.
Corto el pan en rodajas finas, 9 he necesitado, reparto la carne de calabacín con cebolla sobre cada una de ellas y por encima un poco de queso rallado y las voy poniendo dentro de la “calabazuela”.
Mezclo la soja con el caldo de verdura y lo vuelco con cuidado dentro de la calabazuela, por encima una generosa capa de queso.
Le pongo su tapa y lo coloco en una cazuela de barro, de las de verdad, por encima un hilo de aceite para que no se queme el fondo y listo para ir al horno a 180º durante unos 40 minutos más o menos.
He puesto una ración en un cuenco de barro para que veáis que se puede hacer perfectamente con calabacines normales, no queda tan "aparente" pero el sabor sigue siendo exactamente el mismo.
Además, este plato, me viene que ni pintado para enviarlo al primer concurso de Elena. Espero que le guste, y aunque no gane nada de nada, me encanta saber que en la escuela de Hostelería lo van a elaborar.
Javier, mil gracias por compartir tu huerta conmigo, no sólo espero… sé… que no será esta la última vez ;)