Hace un par de viernes estuve cenando con un grupo de amigas, Olga, Marta, Pepa, Yola, Julia y Estefanía (también estaban la hermana de Marta y una amiga de esta), nos fuimos a un restaurante italiano bastante conocido en el Paseo de la Castellana.
Como otras veces, lo pasamos estupendamente, demasiado humo para mi gusto pero era bastante lógico ya que estábamos en zona de fumadores, aunque yo no lo sea.
Yo pedí una pizza calzone, la más sencilla, con jamón y queso, la sorpresa fue que tenía tanto huevo duro que no fui capaz de comer ni la mitad, y a pesar de retirar todo el huevo duro que llevaba dentro no terminó de convencerme. Creo que pensaba que iba a ser como aquella maravilla de calzone que comí en Roma y que aún recuerdo como algo delicioso, donde el queso se fundía en un abrazo con el jamón, se notaba que eran íntimos, era la pareja perfecta, o a mi me lo parecía. Debo añadir que Rosa pidió la pizza de la casa, gran error, tenía tantos ingredientes diferentes que no sabía a nada, o mejor dicho, los sabores eran tan fuertes e intensos que ni probando todas un trocito conseguimos que quedara el plato vacío.
Estefanía y Julia pidieron ñoquis con diferentes salsas, una ración muy generosa. Puede que esté mal acostumbrada en cuestión de gustos y sabores, pero los encontré, como diría yo… ¿Chiclósos? Lástima, porque me encantan, y como hace mucho tiempo que no los preparaba hoy les visto con ropa de domingo. Todo esto que escribo es una opinión muy personal, y como a la mayoría si les gustó lo que comieron, no diré el nombre del restaurante.
Como otras veces, lo pasamos estupendamente, demasiado humo para mi gusto pero era bastante lógico ya que estábamos en zona de fumadores, aunque yo no lo sea.
Yo pedí una pizza calzone, la más sencilla, con jamón y queso, la sorpresa fue que tenía tanto huevo duro que no fui capaz de comer ni la mitad, y a pesar de retirar todo el huevo duro que llevaba dentro no terminó de convencerme. Creo que pensaba que iba a ser como aquella maravilla de calzone que comí en Roma y que aún recuerdo como algo delicioso, donde el queso se fundía en un abrazo con el jamón, se notaba que eran íntimos, era la pareja perfecta, o a mi me lo parecía. Debo añadir que Rosa pidió la pizza de la casa, gran error, tenía tantos ingredientes diferentes que no sabía a nada, o mejor dicho, los sabores eran tan fuertes e intensos que ni probando todas un trocito conseguimos que quedara el plato vacío.
Estefanía y Julia pidieron ñoquis con diferentes salsas, una ración muy generosa. Puede que esté mal acostumbrada en cuestión de gustos y sabores, pero los encontré, como diría yo… ¿Chiclósos? Lástima, porque me encantan, y como hace mucho tiempo que no los preparaba hoy les visto con ropa de domingo. Todo esto que escribo es una opinión muy personal, y como a la mayoría si les gustó lo que comieron, no diré el nombre del restaurante.
Teniendo en cuenta que hay más de un blog maravilloso de cocina italiana quizás sea un poco atrevido por mi parte daros los ingredientes para hacer la pasta de los ñoquis que si bien es cierto, tomé prestada la que dio José Andrés hace tiempo en su programa de TVE. Me gustó y me pareció sencilla por lo que no he cambiado el modo de prepararlos, la única diferencia es que yo cuezo las patatas en un caldo donde previamente he cocido antes algunas verduras.
Ingredientes para los ñoquis:
- 500 g de patata cocida
- 100 g de harina
- 1 yema de huevo
- Sal y un chorrito de aceite de oliva.
Cocidas las patas y pasadas por el pasapurés le añado la yema de huevo y mezclo bien, añado la harina más la pizca de sal y el chorrito de aceite. Trabajo bien hasta que no se pegue a las manos y añado más harina si es necesario, todo dependerá del tipo de patata. Con la masa fría hago churros largos, voy cortando en trocitos como de unos tres centímetros y los paso por mí tablita giradora (rigagnocchi es lo que pone detrás de ella) para darles su forma tan característica y los reservo. En abundante agua hirviendo cuezo los ñoquis y los reservo, fuera del agua, se entiende. Antes de tener este rústico aparatito (que alguien me envió amablemente y a quien estoy muy agradecida) hacía las rayitas con un tenedor, eso sí, con mucha paciencia.
Ingredientes para la salsa:
- 3 cebolletas
- 2 puerros, la parte blanca
- Caldo de pescado o agua
- 1 cucharada generosa de chutney (optativo)
- La carne de las patas de 5 cigalas
- Aceite para el sofrito y sal
Lo rico de este plato es, sin duda alguna, la salsa, da igual que sean cigalas, langostino o gambas, porque lo rico rico, son los ñoquis dentro de ella.
Sobre la cebolla y los puerros bien pochados he añadido los interiores de las cabezas de las cigalas a las que con mucho mimo he aplastado insistentemente. Aproveché un caldo de pescado que tenía en el congelador, añadí sal y lo dejé cocer todo junto. Sobre la marcha se me ha ocurrido añadir el chutney mientras pensaba ¿Y si lo desgracio? Demasiado tarde, ya estaba dentro de la salsa que dejé cocer unos diez minuto. Trituré todo, lo pasé por un colador muy fino y lo reservé.
En una sartén con un poco de mantequilla salteo los ñoquis con cuidado y poco tiempo, lo justo para que recuperen el calor. Mientras voy preparando las cigalas que, una vez abiertas a la mitad, se pasan por la sartén con un poco de aceite y un poco de sal, no quiero que sepan a otra cosa que no sea su propio sabor, la salsa pone el resto.
En el fondo del plato pongo la salsa bien caliente como si se tratara de una sopa, los ñoquis dentro y las cigalas haciéndoles pasillo. Espero que os guste.
Como salen bastantes ñoquis he congelado casi la mitad para otro día, eso sí, antes de cocerlos y en plano para que no se apelmacen. Cuando ya están bien congelados los paso a una bolsa.