Aunque vosotros, la mayoría, no me veáis, os diré que tengo la sana costumbre de ir a la peluquería “casi” todas las semanas, más que nada por mi poca habilidad a la hora de arreglarme el pelo… y sí, soy coqueta.
Division (sin tilde) se llama la peluquería, su dueño y quien me peina cada semana es José. Como es natural y teniendo en cuenta que también es un cocinilla (con todo mi respeto) hablamos sobre todo de comida, que raro ¿No?
El caso es que más de una vez me cuenta los dulces de su madre, como los mantecados, los otros mantecados, las magdalenas... y yo mientras babeando y esperando las tan ansiadas recetas, y él sin acordarse. Hasta hace unos días, que me trajo la de unos mantecados que estoy deseando hacer. Pero, por suerte, no acaba aquí la historia.
Yo no conocía personalmente a Nati, la madre de José, hasta el sábado pasado. Si conocía a su padre, por eso al ver a este con una señora que besaba a José y le llamaba hijo pensé “blanco y en botella…” y allá que me fui y pregunté ¿Eres la madre de José? Si… pues yo soy la pesada de los mantecados… y así, sin darnos cuenta se nos pasó el tiempo rápidamente, ella dictándome los otros mantecados yo apuntando, y sin gafas, pero pensaba que ya haría la traducción al llegar a casa.
Casi al final me dice “pues también hago unas magdalenas que están buenísimas…” y yo, como no podía ser de otro modo y sin soltar el papel y el boli que me había prestado Ana (quién forma parte del personal de la pelu) añadí, cuenta, cuenta, y seguí apuntando.
Ese mismo sábado me instalaban mi nuevo horno, el otro pobre estaba ya muy perjudicado, tanto que estas magdalenas se han cocido en 20 minutos y en el otro hubieran necesitado algo más de una hora. El pobre ya había cumplido con su cometido bastante tiempo, y sin pena alguna era el momento de decirle adiós.
Y que mejor modo de probar un horno nuevo que ¡Haciendo magdalenas! Eso sí, menos mal que solo hice la mitad de las cantidades que me dio Nati, porque han salido unas 50 y en casa sólo somos tres. Eso sí, mis compañeros de área de trabajo están encantados con ellas.
Division (sin tilde) se llama la peluquería, su dueño y quien me peina cada semana es José. Como es natural y teniendo en cuenta que también es un cocinilla (con todo mi respeto) hablamos sobre todo de comida, que raro ¿No?
El caso es que más de una vez me cuenta los dulces de su madre, como los mantecados, los otros mantecados, las magdalenas... y yo mientras babeando y esperando las tan ansiadas recetas, y él sin acordarse. Hasta hace unos días, que me trajo la de unos mantecados que estoy deseando hacer. Pero, por suerte, no acaba aquí la historia.
Yo no conocía personalmente a Nati, la madre de José, hasta el sábado pasado. Si conocía a su padre, por eso al ver a este con una señora que besaba a José y le llamaba hijo pensé “blanco y en botella…” y allá que me fui y pregunté ¿Eres la madre de José? Si… pues yo soy la pesada de los mantecados… y así, sin darnos cuenta se nos pasó el tiempo rápidamente, ella dictándome los otros mantecados yo apuntando, y sin gafas, pero pensaba que ya haría la traducción al llegar a casa.
Casi al final me dice “pues también hago unas magdalenas que están buenísimas…” y yo, como no podía ser de otro modo y sin soltar el papel y el boli que me había prestado Ana (quién forma parte del personal de la pelu) añadí, cuenta, cuenta, y seguí apuntando.
Ese mismo sábado me instalaban mi nuevo horno, el otro pobre estaba ya muy perjudicado, tanto que estas magdalenas se han cocido en 20 minutos y en el otro hubieran necesitado algo más de una hora. El pobre ya había cumplido con su cometido bastante tiempo, y sin pena alguna era el momento de decirle adiós.
Y que mejor modo de probar un horno nuevo que ¡Haciendo magdalenas! Eso sí, menos mal que solo hice la mitad de las cantidades que me dio Nati, porque han salido unas 50 y en casa sólo somos tres. Eso sí, mis compañeros de área de trabajo están encantados con ellas.
Vamos con los ingredientes:
- 9 Huevos
- Harina
- Ralladura de 2 limones
- ¾ l de aceite de girasol
- ½ l de leche
- ¾ k de azúcar
- 1 k + de harina
- 9 Gaseosillas
- 9 Huevos
- Harina
- Ralladura de 2 limones
- ¾ l de aceite de girasol
- ½ l de leche
- ¾ k de azúcar
- 1 k + de harina
- 9 Gaseosillas
Lo primero, montar las claras a punto de nieve y mezclar con las yemas que también he batido hasta que están cremosas. Mezclo las dos cosas.
A continuación el resto de los ingredientes que voy mezclando con una varilla. Lo último las gaseosillas.
He añadido primero los líquidos, los he mezclado bien con los huevos y después he ido añadiendo la harina poco a poco.
A continuación el resto de los ingredientes que voy mezclando con una varilla. Lo último las gaseosillas.
He añadido primero los líquidos, los he mezclado bien con los huevos y después he ido añadiendo la harina poco a poco.
He pasado la masa a una manga pastelera desechable para facilitar el “trasvase” a los moldes. Gran invento el de estas mangas.
Han tenido el honor de estrenar el horno y cocerse a 190º durante unos 20 minutos. Eso sí, la próxima vez llenaré más los moldes par que queden más altas, pero a día de hoy aún no tengo claro hasta donde debo llenarlos.
Nati no les echa azúcar por encima, yo a unas sí y a otras no, pero a las que no, no me he podido resistir y las he bañado con azúcar glasee y alguna se ha llevado un poco de chocolate. No importa la cobertura, lo importante es que las magdalenas están espléndidas y que no queda ni una.
Nati, mil gracias por tus recetas, me encantan, sobre todo los mantecados que estoy deseando hacer aunque me imagino el peligro que conllevan, dudo que mi fuerza de voluntad se resista a comerse media docenita, que tampoco quiero abusar.