No hay que buscar una ocasión especial para hacer estos huevos fritos con patatas, pero celebres lo que celebres triunfas seguro.
También es cierto, que estos huevos era la primera vez que iba a prepararlos. Hacía tiempo que un amigo, Raúl, me había contado la cantidad de bocados ricos que puede envolver una tempura, cuantos alimentos alegran el plato del más exigente comensal después de pasar por esta pasta. Pasta que por otra parte tardé en decidirme a utilizar, quiero decir en el siglo pasado, siempre pensé que sería súper complicada, pero leí o escuché, no recuerdo bioen, que lo fundamental era que el agua estuviera casi helada, y que la consistencia tuviera ese punto de papilla, o natilla vaya, y que no chorreara demasiado sobre la sartén, pero que no se convierta en pasta para croquetas.
En fin, al tajo, que se debe empezar un día antes con la preparación de las yemas.
Ingredientes:
- 4 yemas de huevo
- 1 patata
- 1 cucharada de mantequilla
- 125g de harina para tempura
- Unos 200ml de agua
- Tomate frito
- Aceite de oliva
Después de separar las yemas de sus claras las he puesto en el propio hueco de la huevera donde venían, eso sí, antes la huevera había pasado por un baño de jabón para después disfrutar de una agradable ducha de agua fría. De aquí al congelador. Allí estuvieron toda la noche.
Con la patata ya limpia de su piel y picada en finísimas patatas paja, planchadas diría yo, preparo la base para estos huevos. Una sartén en el fuego, la mitad de la mantequilla pintando todo el fondo, sobre ella las patatas con un poco de sal, bien alisadas para igualar toda la superficie, dejo que se vayan haciendo a fuego lento. Con cuidado, y cuando la parte de abajo está doradita, no quemada, le doy la vuelta para que pueda hacerse el otro lado. Con el resto de la mantequilla y con la ayuda de un tenedor, pinto los laterales para que con el calor de la sartén se vaya deshaciendo y cayendo, de este modo se reparte por igual y llega a todas las patatas. De aquí en adelante, ni una foto, no porque no quiera, es que no sé que hice con ellas, pero es tan sencillo de entender que no hace falta, al menos eso creo.
Mientras, preparo la tempura. En un cuenco, que he tenido en la nevera con la harina preparo la pasta (esta harina que he utilizado ya tenía un poco de sal, de no traerla incorporada sería bueno añadirle una pizca para que no resulte muy sosa). Voy añadiendo el agua poco a poco y mezclando bien para que no queden grumos, llegados a este punto la dejo otra vez en el frigo hasta el momento de bañar las yemas, justo lo que tardo en retirarlas de “sus moldes”. Para este tramo siempre es bueno seguir las indicaciones del fabricante.
Pongo al fuego un cazo bien lleno de aceite de oliva, para este tipo de fritura he preferido utilizar uno refinado, y dejo que coja temperatura alta, unos 180º, que compruebo dejando caer un trocito de pan, si crepita y se dora rápidamente sin quemarse, el aceite está perfecto.
Paso las yemas por la pasta de tempura, y con cuidado las dejo caer sobre el aceite ¡Cuidado! Que no se quemen. Las retiro y las coloco sobre papel de cocina para que pierdan el exceso de aceite, aunque la fritura es tan rápida que no tienen tiempo de llevarse casi aceite .
Ahora es el momento de servirlo, no tiene que enfriarse demasiado o perdería todo el encanto. En el fondo de plato las patatas fritas, encima las yemas bien abrigadas y crujientes, un poco de tomate frito y a disfrutar.
Es un plato sencillísimo, pero queda delicioso al mezclarse la melosa textura de las yemas con el crujiente de la tempura.
Espero que os guste, en Canal Cocina les gustó, lo que fue una suerte para mí ya que recibí unos regalitos estupendos, entre otros el libro ¡Por el huevo! de Luis Cepeda, lleno de ricas recetas todas ellas, faltaría más, elaboradas con huevos. ¡No podía ser de otra forma! y con unas fotos espléndidas.