Aparte de mi muy disfrutado viaje a Corea, la celebración de mi cumpleaños y el maldito jet lag, poco más tengo para contar.
Cocinar, lo que se dice cocinar, prácticamente nada de nada, en los días que llevo en los madriles he preparado poca cosa, unas albóndigas a petición de mi hija, un arroz con guisantes, unas alitas de pollo y por supuesto huevos fritos.
Hacía años que no celebraba mi cumple, y cuando digo años son tantos que ya ni me acuerdo de la última vez que coincidió en día laborable y estando de vacaciones. Y ese ha sido uno de los motivos para que la cifra que cargo a mis espaldas sea francamente especial.
Os cuento un par de las cositas que preparé para la merienda. Una de ellas fue un clásico algo renovado, otra… bueno, mejor lo escribo porque creo merece la pena.
Me divierte jugar con el pan de molde, mis cestillos típicos que ya he utilizado en varias ocasiones, pero no quería repetir forma y he preparado dos diferentes utilizando los moldes de Tescoma que tenía sin estrenar… ya me vale…
Estos como siempre exactamente igual, aplastar bien, perfeccionar bordes, enrollar sobre el molde y cocer en el horno sin perderlos de vista, se queman con facilidad.
He tenido suerte y no se me ha roto ni uno así que ha sido sencillo rellenarlos. En este caso con algo sencillo: langostinos, un poco de surimi y mayonesa de wasabi. Por encima otro poco de mayonesa, pero esta vez con un poco de tomate y una “pizquicitina” de picante koreano. Los he rellenado tan solo un ratito antes para que no perdieran el crujiente, y desde luego no lo perdieron, aguantaron francamente bien.
Una cucharilla de melón con jamón, pero con una pequeña novedad, bueno, novedad para mí, porque no lo había hecho nunca y desde luego no va a ser la última, gelatina de melón con jamón.
Tan fácil como trocear un par de rodajas de melón, añadir una pizca de sal y de pimienta, una cucharada de miel suave y a triturar todo junto. Mientras hacía esto tenía 4 hojas de gelatina dándose un baño en agua bien fresca. Suficiente para 250ml del puré de melón, que calenté lo justo para deshacer la gelatina y dejaran el melón suficientemente gelatinizado. Por encima fui poniendo un montoncito de jamón cortado en tiritas. Y... como no, terminé con un hilo de aceite de oliva virgen extra por encima.
Lo serví en cucharita por comodidad para cogerlo, ya que con un palillo o con los dedos iba a ser complicado, muy complicado.
Unos chupitos de gazpacho de tomates verdes con manzana.
Pan negro nórdico con salmón. Ensalada de aguacate y tomate con bonito escabechado, crema (o paté) de sardinillas, ensalada de tomate con chorizo frito… y de postre, una rica red velvet.
Bueno, creo que para empezar el nuevo curso es suficiente. ¡Ah! Se me olvidaba el chupito de micuit, que supo a poco, y además fácil no, lo siguiente, pero eso os lo cuento en unos días, merece la pena.
Nos vemos pronto y os cuento un poco de mi viaje, y ya de paso os enseño algunas fotos, que ahora están en proceso de selección porque hay como unas 5.000 y juro que no exagero nada de nada.