Un asado

Creo que no miento si digo que todos tenemos una tienda del barrio.

Mi compra, normalmente, se reparte entre el supermercado de El corte Inglés, Hipercor, y el mercado de La Paz. Los “olvidos o urgencias” en esa tienda del barrio, en mi caso MaxCop, aunque para mí siga siendo Gama. Me costó bastante dejar de llamarla “la Cooperativa” y cuando por fin empecé a decir Gama van y lo cambian otra vez.

Para esos caprichos, de vez en cuando muy recomendables para esa “salud que se fragua en la cocina del estómago” (Miguel de Cervantes), tengo varios lugares en los que me proveo según necesidades, aunque esté mal llamar necesidades a esos ocasionales productos de lujo. Quiero y debo aclarar, que llamo producto de lujo a todo aquello que no entra de forma habitual en mi capazo de la compra, ya me gustaría poder permitirme de vez en cuando alguno de esos auténticos productos de lujo que no necesitan ni publicidad gratuita.

Para no variar ya me estoy yendo por las ramas.

Esta pequeña tienda tiene una buena carnicería y un buen carnicero, Juan Carlos, del que te puedes fiar sin miedo al engaño, y precisamente fue el quien hace unos días, cuando me pasé a por la carne de la sopita semanal, me ofreció este “pedazocarne” de lomo de vaca gallega que, además, estaba en oferta. Así que ni lo dudé.

Me llevé un trozo generoso y decidí asarlo enterito. Como ya me lo traje atado, todo lo demás fue sencillo de preparar.

Los ingredientes:

- 2kg de carne
- 5 cebollas moradas
- Manteca de cerdo
- Romero
- Sal gorda (de Cristina)
- Agua

En una fuente de horno coloco la carne y la salo, hoy con una sal fantástica que me trajo mi compi Cristina este verano desde Cádiz. ¡Gracias Cris! espero tus próximas vacaciones con un ataque de ansiedad.

Pongo la cebolla cortada en juliana junto con la manteca de cerdo en una sartén, la dejo pochar un poco. No se si es manía, pero cuando un asado no necesita pasar demasiado tiempo en el horno me gusta ablandar antes un poco las verduras, en este caso tan solo las cebollas.

Cebollas que vuelco sobre la carne. Unas ramitas de romero, un poco de agua y al horno. Fuego lento, unos 160º aproximadamente. Debe quedar dorada por fuera pero sonrosada por dentro.

Corto la carne en generosas lonchas para que no pierda más jugos. Prefiero una hermosa tajada a tres de "carne de boda".

La cebolla y todo el jugo que ha soltado la carne lo trituro y lo paso por un colador. Si queda salada, como en este caso, añado un poco de agua y listo.

Unas patatas, algo de tomate y manzana frita son su acompañamiento. Por encima un poco de la salsa. No se si será la carne que falaba galego o la sal con sus olés, pero estaba absolutamente tierna y sabrosa.